Hoy día, con el avance acelerado de la tecnología, estamos observando y siendo partícipes de una transformación de la vida y condición humana sin precedentes. Luego de la aparición de las computadoras y el internet ha crecido una tecnología, que tiene su génesis años atrás, que parece cambiará por completo la forma en que nos relacionamos en materia social, productiva y educativa, la inteligencia artificial (IA).
La IA está impactando positivamente áreas como medicina, donde es utilizada para la predicción y diagnóstico temprano de enfermedades por medio del análisis de imágenes diagnósticas; en el ámbito agropecuario ha contribuido a realizar un monitoreo preciso de los cultivos por medio del análisis de datos que permiten optimizar el uso de los recursos necesarios para su producción como el agua, fertilizantes y alimentos; o en las ciencias sociales donde con la ayuda de la IA se han realizado exploraciones sobre análisis de comportamiento de ciudadanos y opinión pública sobre temas de gran interés como política y economía.
Frente a semejantes bondades algunos “futurólogos” se han aventurado a decir que las inteligencias artificiales reemplazaran a todos los trabajadores, incluyendo a los profesores, quienes ahora serán meros accesorios en un proceso educativo autodirigido por el estudiante gracias a que las IA harán el papel del docente facilitando mares inmensos de información a la que el estudiante podrá acceder en cualquier momento y lugar.
El proceso educativo de los estudiantes no es solo acceder a mucha información, este es un proceso de formación integral. Nuestros jóvenes deben ser agentes de cambio ético con conciencia social con las aptitudes ciudadanas y las actitudes cognitivas necesarias para la transformación de sus comunidades.
La necesaria relación que tendrá hacia el futuro en el proceso de formación integral nos interpela para que examinemos con un enfoque cuidadoso y reflexivo esta relación. La IA plantea desafíos éticos y sociales. La formación integral va más allá de la adquisición de información; implica el desarrollo de habilidades críticas, la promoción de la responsabilidad social y la construcción de ciudadanos informados y éticos.
No debemos construir nuestra relación con las IA sobre estimando su papel y el poder que verdaderamente alcanzan. Estas no van a reemplazar al docente en su papel de liderazgo en la formación integral. Si, debemos adaptarnos, la IA permitirá una personalización sin precedentes del proceso de formación, podremos seguir de mejor manera el desarrollo del estudiante dejando a un lado los contenidos para apoyar decididamente el proceso de aprendizaje. La IA debe utilizarse como una herramienta que complemente estos objetivos, en lugar de reemplazarlos. Los educadores tenemos la responsabilidad de garantizar que la tecnología no solo mejore el acceso a la información, sino que también fomente la reflexión, la empatía y el pensamiento crítico.
La inteligencia artificial aún no puede modelar completamente las habilidades comunicativas y cognitivas humanas, como escuchar, hablar, leer, escribir, pensar críticamente, tomar decisiones y crear. Es la tarea de nosotros, los docentes, que estas habilidades se cultiven. Los estudiantes y profesores cuestionan el conocimiento existente para avanzar en su comprensión. Los profesores plantean preguntas que motivan a los estudiantes a buscar respuestas autónomas, respuestas propias, lo que les permite desarrollar su propio conocimiento.
Para lograr una relación armoniosa entre la IA y la formación integral, es esencial que los estudiantes comprendan cómo funciona esta tecnología y cuáles son sus implicaciones. Deben estar preparados para generar nuevo conocimiento, tomar decisiones informadas y éticas en un mundo globalizado cada vez más impulsado por la tecnología.
La IA, que se nutre del conocimiento generado por la humanidad a través de la historia, puede ser una aliada poderosa en la formación integral de individuos siempre y cuando se utilice de manera responsable. Los educadores, los responsables de la política pública y la sociedad en su conjunto deben colaborar para garantizar que la tecnología mejore la educación sin comprometer los valores fundamentales de la formación integral. La clave radica en encontrar un equilibrio que permita aprovechar las oportunidades que ofrece la IA sin perder de vista el desarrollo completo de las capacidades humanas y la construcción de una sociedad más consciente y ética.
La Universidad Nacional de Colombia se ha comprometido a desempeñar un papel activo en las discusiones relacionadas con el potencial y los riesgos asociados con el uso de la IA. Participamos en iniciativas como la construcción de una hoja de ruta para Colombia acerca de la inteligencia artificial, bajo el liderazgo del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Asimismo, buscamos fortalecer nuestros ejes misionales (la docencia, la investigación y la extensión) mediante la implementación de la IA como parte integral de la Estrategia de Transformación Digital de la UNAL.
Dada la gran oportunidad que se nos presenta para revolucionar la educación superior mediante la aplicación de tecnologías, extiendo una invitación a rectores, entidades gubernamentales y sectores privados a fomentar la investigación y la creación de ideas y proyectos, con un enfoque especial en su desarrollo desde las aulas.
* Rectora, Universidad Nacional de Colombia.
Fuente: El Espectador
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